…Afuera, la gente pasaba sin prisa bajo abrumados paraguas negros resignados a su desgracia. En la distancia, las champas y botes cruzaban el río; iban y venían con su barquero oscuro entre la niebla, como Carontes hacia un destino de miserias, transbordando sombras errantes y abriendo surcos enormes sobre el agua, como heridas grises que rápidamente cicatrizaban con la lluvia.
Aventuras y desventuras. (Fragmento de “Cuando va a llover, llueve”. (Disponible gratuitamente en esta página).