

Pintar un cuadro no siempre es un momento reflexivo
es un compendio de contradicciones
uno, tres o siete días de vacilaciones, de tensiones, de angustias
ratos de frustración, de corregir, de quitar, de poner aquí y allá
es un gesto repetido, un trance, un acto contenido
una lucha interna, una guerra frontal contra tus convicciones
contra lo obvio, contra lo aprendido
contra el espíritu de las cosas que se resisten a entregarse
un dejarse llevar por tus sentidos, tus emociones, tus básicos instintos
sin temor a equivocarte una y otra vez
muchos instantes de contemplación, de autocrítica, de dudas…
Cada segundo estás a prueba y al borde de tus límites
es un pulso constante
una experiencia a base de encuentros y desencuentros
de placeres sin nombre, inconfesables…
Se sufre, se disfruta, se maldice, se goza
es un continuo ejercicio de ensayo y error.